Cuentos de Samantha


He escrito cuentos para mi hija Samantha, pero ahora quiero compartir uno de su autoría, pues a ella también le encanta crear historias.

¿Cómo seré de grande?

Hoy parece un día común y corriente, pero es un día de muchas preguntas de como seré de grande y empecé directo con mi mamá y me dijo que seré igual que ella. Luego fui con mi papá y me dijo lo mismo, entonces le pregunté a mis amigos y todos me dijeron lo mismo. Después fui con la sabia de la clase: la maestra. Recibí la misma respuesta. Fui con todos las maestras y la misma respuesta. También fui con el director y lo mismo.

Entonces ya supe cómo seré de grande: como todo el mundo.

Samantha Gallegos.

Elecciones en la selva (1a. parte)


Habría elecciones en la selva y, como siempre, el león estaba seguro de su triunfo. “Soy el único capacitado para gobernar” decía una y otra vez en su campaña. La zorra, por su parte, confiaba en la astucia que le caracterizaba para vencer a su máximo adversario. Había un tercer candidato: el jabalí. No tenía la fuerza del león ni la astucia de la zorra, pero era experto en jugar sucio.

Los agravios no se hicieron esperar durante la campaña. Frases como: “El león no es como lo pintan”, “La zorra no se ve su propia cola”, “A cada cerdo le llega su San Martín”, etc.

Después de haberse aventado hasta con los cocos y la cocotera, llegó el gran día.

Algunos chimpancés llegaron haciendo escándalo a la casilla y gritaban en apoyo su candidato de siempre: el león. Un grupo de tigres de bengala puso orden y todo regresó a la normalidad.

El resto de la jornada transcurrió sin incidentes notables. Lo mismo de siempre: pericos gritando incoherencias, borregos que hicieron notar su vieja ideología y ciervos tranquilos emitiendo su voto sin ninguna emoción, pues, por más que lo razonaron, no existían muchas opciones.

El resultado de las elecciones fue sorprendente: la zorra se alzó con el triunfo, mientras el león rugía de coraje y el jabalí se quedaba callado por el momento, ya que ni por asomo le alcanzarían los votos, aunque impugnara el resultado.

La zorra anunció feliz que era la vencedora y su promesa era terminar con las mañas que el león siempre había usado durante su gobierno.

Llegó el día en que la zorra tomó el cargo y la mitad de la selva estuvo festejando por varios días. El río iba a ser para todos, no nada más de los aduladores. La selva estaba en malas condiciones, pero con la ayuda de todos era posible pensar en un “Nuevo florecer”.

La administración del león había tenido demasiadas serpientes y en cualquier oportunidad arrojaban su veneno cargado de resentimiento. No les importaba el bienestar de la selva, tampoco el beneficio de la comunidad, sino sus propios intereses. Había un perezoso que nunca dejó de protestar y exigir que se anularan las elecciones, pues aseguraba que hubo muchas irregularidades. Una y otra vez, con su desesperante paciencia, se dirigía a todos los animales con un discurso aburrido y sin ningún fundamento.

El floreado gobierno inició y la zorra lucía radiante, pero había muchos animales inconformes, siempre aprovechando cualquier descuido para esparcir rumores. Alguien dijo que la zorra acostumbraba ausentarse por las noches y aseguró que iba a cazar en territorios que no le correspondían. Mientras tanto, la violencia reinaba en la selva. Las hienas estaban implacables y todos los habitantes vivían con miedo.

El león, mientras tanto, era feliz con tantos chismes. Se regocijaba tantos que se relamía los bigotes al pensar que muy pronto iba a recuperar el poder.   

– Yo sí sé gobernar –  dijo convencido –  Seguiré esparciendo rumores y esa zorra caerá hasta el suelo. Nadie más que yo tiene la capacidad para hacer que esta selva funcione. Mis leales seguidores saben que nada les faltará, aunque vengan épocas de sequía y me van a ayudar a derribarla.

La zorra también reflexionaba:

–Todo está en mi contra, pero no desistiré. Voy a limpiar esta selva y no quedará vivo ni un solo león. Ese animal debe extinguirse por completo, pues no me es posible concluir ningún proyecto sin que rujan enfadados. Tal vez queden algunos buenos, pero hay que acabar de raíz con el problema. Los leones ya no caben en mi selva.

El jabalí, por su parte, rodeado de un gran festín, pensaba en el día en que el poder fuera suyo.

–Ah, ¡qué banquetes me daré!  – pensaba ilusionado. Muy pronto, esta selva será mía. Algunos incautos caen con mis grandes discursos y además están decepcionados de la zorra y el león. Me espera una gran vida, solamente debo tener paciencia.

La vida siguió su curso…

EN MEMORIA DE QUETA


lutoHoy las vi como casi todas las mañanas:  la hermana mayor le cortaba el escaso cabello a la menor. Ella, con su cabeza agachada, se dejó hacer sin protestar. Luego fueron por una Coca-Cola de dos litros para el desayuno.

La de más edad pasó a mi lado con una sonrisa sincera, reflejada en su boca reseca, cubierta de vello.  Saludó, le hizo cariños a mi niña y siguió su camino para conseguir el sustento diario. Mientras se alejaba, pude observar que no se ha de haber mudado de ropa desde hace varios días.

No sé calcular edades, pero a la hermana mayor se le puede considerar una “cabecita blanca”. Quizá no sepa ni cuidarse a sí misma, sin embargo cuida con fervor a su “hermanita”.

Esta pequeña narración la escribí el 13 de febrero de 2012. Cada día me quedaba pensando en ellas, en su diario batallar por sobrevivir. Ayer, 25 de junio de 2014, Queta falleció de cirrosis. Mi cuñada la auxilió en sus últimas horas y me cuenta que su casa es un nido de suciedad, al grado de que las personas que la asistieron fueron a tomar un baño de inmediato y tiraron la ropa que traían puesta en ese momento.

Me preocupaba su hermana. Aparte de su discapacidad mental, está ciega casi por completo. Al parecer, un pariente se hará cargo de ella.

Supongo que la casa tendrá que ser demolida de nuevo. Ya se había hecho una vez, pues había plagas de todo tipo. El municipio tiró la casa y la volvió a construir, pero las condiciones de vida no mejoraron. La suciedad reinaba como antes.

Hoy, quiero dedicar este artículo a Queta. Ese nombre que se olvidará en poco tiempo y que tal vez no signifique mucho para nadie. Esa vida que en apariencia no fue fructífera y, sin embargo, se hizo cargo de su hermana por varios años trabajando en lo que pudo.

Lo mejor de ella fue su sonrisa y yo la recordaré por siempre.

Descanse en paz.

 

 

 

Morir soñando


niebla-15De pronto me siento como el personaje Augusto de la «nivola» Niebla, cuyo autor es Miguel de Unamuno.
Cuando leí ese libro, me identifiqué con el personaje, pues vive confundido y hace varias reflexiones profundas, mezcladas con humor. ¿Quién no ha pasado por esas raras etapas?
El querer morir y al mismo tiempo aferrarse a la vida. Siempre nos enfrentamos a crisis existenciales y para algunos es más difícil sobrevivir. Los escritores tienen el poder de expresar su dolor y Miguel de Unamuno es una clara muestra de lo que se puede escribir en momentos desesperados.
Comparto este bello poema, que en pocas y sencillas palabras expresa toda la tribulación que puede sentir una persona.
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Morir soñando, sí, mas si se sueña 
morir, la muerte es sueño; una ventana 
hacia el vacío; no soñar; nirvana; 
del tiempo al fin la eternidad se adueña. 

Vivir el día de hoy bajo la enseña 
del ayer deshaciéndose en mañana; 
vivir encadenado a la desgana 
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña? 

¿Soñar la muerte no es matar el sueño? 
¿Vivir el sueño no es matar la vida? 
¿A qué poner en ello tanto empeño?: 

¿aprender lo que al punto al fin se olvida 
escudriñando el implacable ceño 
-cielo desierto- del eterno Dueño?

Miguel de Unamuno.

 

Laberinto


laberintoPor un tiempo eres feliz recorriendo el laberinto de tu vida. Por más complicada que parezca, te entretiene el hecho de experimentar cosas nuevas, de buscar otras emociones y  existir sin  metas específicas.

Pero un buen o mal día, todo cambia. Te das cuenta que estás en el mismo punto donde iniciaste y todo lo que considerabas como un avance, no te ha servido de nada.

Lloras, te lamentas de tu suerte y te propones terminar con todo y empezar desde cero.

Pasan los días y nada cambia. Regresan las sensaciones, los deseos, los momentos de aparente bienestar.

Te dices que todo está bien y sigues adelante con el mismo estilo de vida.

Empiezas a recorrer el mismo laberinto…

 

La fábula del comerciante


Me permito compartir esta fábula de autor anónimo, que siempre me pone a reflexionar un poco. La publicidad nos puede convencer de cualquier cosa.

«Si nos programamos para fracasar, fracasaremos y si nos mentalizamos para ganar, ganaremos. Es una simple elección personal.»

Había una vez un ciudadano que vivía al lado de una carretera donde vendía unas ricas albóndigas con pan. Estaba muy ocupado y por lo tanto no oía la radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión.

Alquiló un trozo de terreno, colocó una gran valla y anunció su mercancía gritando a todo pulmón: «Compren deliciosas albóndigas calientes». Y la gente se las compraba.

Aumentó la adquisición de pan y carne. Compró un terreno más grande para poder ocuparse mejor de su negocio. Y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Comerciales a fin de que le ayudara.

Sin embargo, ocurrió algo importante. Su hijo le dijo:

-«Padre, ¿pero no escuchas la radio, ni lees los periódicos? Estamos sufriendo una grave crisis. La situación es realmente mala; peor no podría estar».

El padre pensó: «Mi hijo estudia en la Universidad, lee la prensa, ve la televisión y escucha la radio. Sabe entonces lo que dice».

Compró pues menos pan y menos carne. Sacó la valla anunciadora, dejó el alquiler del terreno a fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas albóndigas con pan. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más.

Después de un tiempo, el negocio estaba realmente afectado.

-«Tenías razón, hijo mío», le dijo al muchacho. «Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis».

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Honor a quien honor merece


Hace unos días, tuve la oportunidad de asistir a un concierto de Raúl Ornelas.

¿Quién es Raúl Ornelas? preguntaron algunos y se preguntarán otros tantos al leer este artículo. No eImagens un artista reconocido, muchas gente no sabe qué tipo de música interpreta, pero al momento en que se nombran cantantes como Alejandro Fernández,Víctor García, Pandora, Reyli, y hasta esa señora que no quisiera mencionar, pues su solo nombre me produce aversión: Thalía.

Las personas que me conocen, saben que ella no es santo de mi devoción y su voz la considero como una de las peores del mundo. Si alguien me quisiera torturar, con cinco minutos de su música sería suficiente para pedir clemencia. Por esa razón, evito nombrarla en mis escritos, pues trato de ser neutral.

Por suerte o por desgracia, hoy su nombre se relaciona con Raúl Ornelas. La mayoría de sus seguidores se dieron de topes al saber que Thalía se atrevió a tocar una de sus mejores canciones, la cual fue incluida en el álbum «Desde el exilio» en 1999 y en «Manual de lo prohibido» en 2002. Se trata de «Manías».

Lo más grave de todo, es que la publicidad ha hecho creer a varias personas que la ex Timbiriche es autora de la canción. Esa misma publicidad eleva hasta el cielo a falsos artistas y entierra a los verdaderos. Para nadie es secreto que se mueven muchos intereses en las disqueras y sólo desean crear un producto para las masas. Hay una enorme lista de «cantantes» populares con nulo talento y son reconocidos en casi todo el mundo.

Me da pena que ese fenómeno se presente en todos los ámbitos. En literatura existe un gran número de autores que vende millones de libros al año y analizando su obra se llega a  concluir que no tiene ningún valor. También son comunes los plagios y grandes escritores quedan en el anonimato.

No puedo evitar que todo esto siga sucediendo, pero sí es posible poner mi granito de arena para difundir la buena música y enaltecer a sus verdaderos autores.

Mis canciones favoritas de Raúl Ornelas son: Las cartas sobre la mesa, Qué bendición y Tu fantasma. No tenía el gusto de conocerlo personalmente y el viernes pasado me llevé una gran satisfacción al estar en su concierto.

Gracias a Dios que todavía existen los verdaderos artistas.

Lo que mal empieza…


Hace unos meses, mi madre estaba esperando el autobús y se encontró con un viejo conocido. Tuvieron tiempo de platicar bastante, gracias a la «eficiencia» del actual transporte público de la ciudad de Chihuahua.

Este hombre, a quien llamaremos Juan, se quejó amargamente de su vida. Su esposa falleció y los hijos lo abandonaron. Hoy, debido a su edad y a las enfermedades, se le dificulta trasladarse para cobrar la pensión. Con voz de fastidio, empieza a decir:

-Batallé para sacar la tarjeta del Vivebús, la he usado muy poco y ahorita mi tarjeta no pasó. El chofer me dijo que fuera recargarla, pero en el Oxxo de la colonia no tienen ese servicio. Tengo que ir hasta el centro, pero, ¿en qué me voy? A ver si en el próximo camión sí me permiten subir sin cobrarme.

No sé cómo solucionaría el problema, quizás ella le prestó su tarjeta o el chofer  lo dejó subir. El punto es que no es posible que una persona mayor, sola y con tantas dificultades para sobrevivir, tenga que sufrir por decisiones mal tomadas del Gobierno o de quien corresponda, pues, como siempre, todo el mundo se lava las manos cuando hay que rendir cuentas.

Se han creado problemas donde no los había. La gente vive estresada por el simple hecho de subirse al camión y que su tarjeta no pase por falta de saldo, ya sea porque se lo gastó sin darse cuenta o porque desapareció «misteriosamente». De verdad, no me cabe en la cabeza que trasladarse de un lugar a otro sea un gran problema y además se ocupe tanto de nuestro valioso tiempo.

Yo no he usado ese sistema y no me parece justo comprar una tarjeta para cuando tenga la necesidad de usarla. Lo normal es que pague mis no sé cuántos pesos (también con el precio traen tremendo reborujo), al momento de requerir el servicio. Gracias a Dios tengo opciones, pero hay muchos Juanes que batallan a diario, esos a los que las autoridades deberían hacerles la vida más fácil.

Todos podemos ser un «Juan» cualquier día.

Regalos de Navidad


Feliz-Navidad1Estos días en que el mundo es diferente, pues, aunque en muchas ocasiones el nacimiento de Jesús se hace a un lado y adoptamos nuevas costumbres y creencias, el anhelo de paz sigue ahí, en la mayoría de las personas.

Respeto a quien no piense como yo, es lo que debo tatuarme en el corazón y la mente. 

Mis padres me decían que el Niño Jesús iba a llegar durante la madrugada y, si me había portado bien, me dejaría un juguete. Uno solo. Nunca pedí algo específico y la ilusión que experimenté durante mi infancia es un tesoro invaluable. Un año debía pasar para tener un regalo y siempre era recibido con júbilo.

Hoy se reciben más regalos y menos alegría.

Los niños piden y piden, los papás trabajan y trabajan. Nada es suficiente. Hay casos de padres que viven al día, pero para los regalos de Navidad se endeudan por el resto del año. El consumismo impera y se fomenta a los niños desde temprano.

Es tiempo de enseñarles el valor y el esfuerzo por conseguir algo y no tomar como una obligación todos sus deseos.  Me parece inconcebible que alguien sea capaz de hipotecar su casa para festejar los quince años de su hija y también que les compren toda la lista de carísimos regalos que a veces terminan arrumbados en un rincón. Hay que conservar es la ilusión de los niños, pero no a ese precio, pues darles todo lo que piden hace que después quieran conseguir todo a como dé lugar, sin importar cómo lo consigan.

Es difícil encontrar un punto de equilibrio, pero vale la pena intentarlo.

Se acerca Navidad, esa mágica fecha que a tantos nos conmueve y nos impulsa a ser mejores personas cada año. Aprovecho para enviar un abrazo a todos los que me leen y les agradezco a quienes me han enriquecido con sus comentarios.  Feliz Navidad y que Dios nos permita seguir escribiendo.

Imprudencias mortales


Los accidentes son terribles, más cuando las víctimas son niños.  El estado de Chihuahua ha sido escenario de múltiples tragedias en este año y siempre que suceden, vemos de qué manera se podrían haber evitado. Como dice el dicho: «Ya ahogado el niño, ahora quieren tapar el pozo».

Ayer despertamos con una aterradora noticia: Tres niños murieron en un incendio y al parecer lo originó un «diablito» conectado a un poste de la Comisión Federal de Electricidad. Con lo caro que es el servicio de luz, no me atrevo a juzgar a las personas que hacen usan ese recurso, aunque no deja de ser incorrecto.

La gente y los medios de comunicación dan más detalles, mas no quiero seguir escuchando; una escalofriante sensación me recorre todo el cuerpo y ahí permanece por varios días.

El padre de los niños y otro hijo de éste, están muy graves. Me estremezco ante el dolor que debe sentir la madre de estos pequeños, de verdad no tiene nombre una tragedia de esta magnitud, igual que no lo tuvieron los accidentes de la maquila Blueberry en Juárez y el Aeroshow en Chihuahua.

Las heridas físicas, psicológicas y espirituales permanecerán por mucho tiempo, hay personas que no se recuperan nunca. Quise escribir esto porque lo navega en mi mente una y otra vez y necesita salir para que no me afecte en demasía.

Debemos estar agradecidas todas las personas que no hemos pasado por hechos tan traumáticos. A veces queremos morir por una decepción amorosa o por creer que nadie nos acepta, pero eso deja de tener importancia al sufrir una catástrofe.

La imprudencia es la causa principal de los accidentes y la mayoría de nosotros queremos creer que sólo les pasa a los demás, que estamos exentos de tragedias. Dejamos de ponernos el cinturón de seguridad y a veces también a nuestros hijos pequeños, creyendo que es imposible que suceda un choque. La automedicación se practica de forma general, hacer conexiones eléctricas peligrosas es una constante, no darle mantenimiento al calefactor de casa es otro riesgo inminente. La lista es muy larga.

Las noticias malas se extienden por todos los medios en unos cuantos minutos y empiezan los comentarios de los lectores, los cuales pueden ser crueles e injustos con las víctimas. Buscar culpables se ha convertido en un deporte mundial, existan o no.

Somos imprudentes al opinar y condenar a la ligera. A veces las discusiones se tornan agresivas y tan cargadas de palabras altisonantes, que hasta se pierde el tema.

Los imprudentes, borrachos, asesinos e infieles son los demás, mientras no seamos cachados en un de esas situaciones.

Prudencia es la clave para evitar la mayoría de las tragedias. Usémosla.